El ausentismo estudiantil es la peor pesadilla de la educación universitaria presencial. ¡erradiquémoslo!
Amigo lector:
Te saludo cordialmente en tu nueva o primera visita a mi blog académico en stck.me, una excelente plataforma de blogging que te invito a utilizar y sacarle todo el provecho posible. Gracias por estar aquí.
Una carrera universitaria ES UNA INVERSIÓN: si la estudias, estás invirtiendo en tu preparación integral, en tu futuro, en tu desarrollo personal, en tu imagen, en tu visibilidad, en tu realización, en tu posicionamiento social y en el mercado laboral. En tu calidad ciudadana. En tu estatus. En tu movilidad social y tu calidad de vida. En tu futuro y el de la familia que has formado o formarás. En tu trascendencia y tu legado.
Resumiendo, INVIERTES EN TU MARCA PERSONAL COMO CIUDADANO INTEGRALMENTE FORMADO, COMPETENTE, RESOLUTIVO Y RESPONSABLE ANTE LA SOCIEDAD, ANTE EL MERCADO, ANTE TU FAMILIA, ANTE TI MISMO, Y ESPECIALMENTE ANTE DIOS.
Es TU DINERO, colocado a plazo fijo en una institución universitaria que lo utiliza para preparar contigo TU FUTURO. Pero la palabra clave en esa frase es la siguiente: "CONTIGO". No puedes pretender avanzar en tus estudios solo porque pagaste la tarifa correspondiente a cada ciclo académico: ese es solamente EL PRIMER PASO.
A partir de ahí, nos toca a los profesores conducirte y apoyar tu avance hacia el logro de tus objetivos, lo cual inicia con TU ENFOQUE en el logro de los aprendizajes significativos necesarios. En desarrollar las competencias requeridas por el perfil de la profesión que estudias, para que luego puedas ponerlas en práctica trabajando. Pero el punto de partida de todo este proceso ERES TÚ: nace desde tu motivación personal para aprender y crecer. PORQUE NOSOTROS NO PODEMOS, SI TÚ NO QUIERES.
Y el requisito número UNO para que eso sea posible, es QUE TÚ ESTÉS AHÍ. En el aula, tomando clases junto a tus compañeros (hacia donde van los jóvenes de la imagen que has visto arriba, generada por Copilot con un prompt de mi autoría). Por mucho que queramos educar, por muy motivados que estemos para hacer nuestro trabajo, los profesores NO PODEMOS TRABAJAR CON UN ESTUDIANTE AUSENTE.
Pero...
Llámame tonto, iluso, jurásico, desubicado, anticuado, desactualizado, extraplanetario, fuera de época o como tú quieras. Pero yo tengo cuarenta años en las aulas, formando a personas entre los 12 y los 80 años de edad, de casi todos los niveles educativos, y procedentes de 42 países diferentes; y mientras más lo vivo y lo padezco, menos entiendo el hecho ABSURDO de que haya estudiantes universitarios pagando por sus estudios y faltando voluntariamente a clases, sin que haya motivos muy poderosos que les limiten para asistir.
Yo, el profe Vladimir, que te estoy proponiendo estas ideas, NUNCA TUVE QUE PAGAR UN SOLO PESO POR MI EDUCACIÓN HASTA EL NIVEL DE MAESTRÍA, que logré hace muchos años. En ningún aspecto o rubro de ella: solo el precio del transporte para ir a la Universidad y regresar a casa, como cualquier persona en cualquier parte. Gracias a Dios, estudié en un país donde la educación era universal y gratuita, incluyendo el postgrado. Por eso me cuesta aún más entender cómo alguien que tiene que pagar por ella, se da el lujo de faltar a las clases por las cuales ha pagado su dinero. De verdad, no me cabe en la cabeza.
La educación universitaria ES UN SERVICIO. Cuando alguien paga por un servicio, sea cual sea, lo mínimo que puede y debe esperar es recibirlo con la calidad que merece, y poder reclamar a quien corresponda cuando ello no suceda. Y por supuesto: para ello, debe estar ahí.
Pero en nuestro caso, hay estudiantes (MUCHOS estudiantes), que se inscriben en una carrera, pagan la tarifa correspondiente por cada ciclo académico -mas otros montos involucrados en el proceso-, y se dan el lujo de faltar a clases sin causa justificada. Simplemente, deciden no asistir, y no lo hacen. En otras palabras, BOTAN EL DINERO que -me consta- la mayor parte de ellos trabaja mucho y duro para ganar.
Y ojo: esto no se trata de “ese profesor no me gusta”. Inclusive en el caso de que alguno de nosotros no cubra sus requerimientos ni satisfaga sus expectativas como estudiantes, la solución nunca será faltar a clases. Al contrario: hay que asistir, para poder constatar la realidad, quejarse de los problemas que haya (si los hay), y en caso de que no haya mejoras, proponer y promover las soluciones correspondientes. Y por otra parte, aún en la peor clase hay cosas positivas y oportunidades para aprender, sea del docente, de los compañeros, de los ejercicios, de las interacciones, en fin… Pero al margen de estos aspectos, mi clave de análisis aquí sigue siendo la misma: PAGAN POR UN SERVICIO Y ELIGEN NO RECIBIRLO.
Es un asunto de puro sentido común. Alguien que paga por algo, debe querer aprovecharlo. Pero esos estudiantes ausentistas entregan su dinero para recibir una docencia presencial, y eligen desaprovecharla. Por algo dicen por ahí que el sentido común es el menos común de los sentidos.
Ya vimos que el factor de incidencia no es la calidad docente de los profesores: esto de la inasistencia les sucede a los mejores. Tampoco con la impertinencia, desactualización o supuesta inutilidad de los contenidos: ocurre tanto en asignaturas básicas como en las especializadas de cada carrera, tanto con los programas nuevos como con los que están en fase de cierre; y en todo caso, los estudiantes no tienen forma de saber lo que hay o no hay, lo que sirve o no sirve, si no están en las aulas.
Ni siquiera se relaciona con el momento del año académico: faltan a clases en todos ellos, aunque reconozco que el primer día de cada ciclo es bastante crítico (por muchas razones obvias, debería ser el de mejor asistencia, y paradójicamente, al menos en mi experiencia y otras que conozco, suele ser el peor).
Y en cuanto a los porcentajes de ausentismo establecidos como límite para poder aprobar las asignaturas, no siempre son objetivamente aplicables, por diferentes razones. Por citar un ejemplo que conozco de cerca, hay universidades cuyo público principal es la población menos favorecida económicamente (segmento integrado por numerosas familias que muchas veces padecen pobreza muy marcada, y cuyos miembros jóvenes hacen fuertes sacrificios de diversa índole para poder estudiar); una población para la cual se establecen extraoficialmente, de forma que me parece justa y correcta, ciertos niveles de flexibilidad en relación con la asistencia a clases, sin excesos, y siempre que los resultados evaluativos se mantengan positivos. El criterio del docente es decisivo en esos casos, lo cual está muy bien: somos nosotros quienes sabemos lo que hay en términos de interés, dedicación y aprovechamiento, en cada estudiante.
Pero esta población estudiantil no suele ser la más implicada en el problema que estoy analizando aquí; entre otras cosas, porque esos jóvenes, en una proporción apreciable, valoran el sacrificio que hacen junto a sus familias, y la solución que para ellos representará el graduarse, por lo cual, hacen el mayor esfuerzo para asistir a clases. Hablo de aquellos (muchos) que se ausentan sin causas realmente justificadas; que simplemente, deciden no asistir.
Los únicos motivos que me vienen a la mente para estos casos (fuera de la enfermedad u otra fuerza mayor, claro está), son MUY desmotivantes para cualquier maestro que ame su labor educativa. Inmadurez. Falta de visión. Indolencia. Irresponsabilidad. Falta de foco. Inexistencia de buenos criterios para priorizar. Prioridades equivocadas. Recepción y asimilación de influencias negativas. Y en muchos casos, poco o nulo involucramiento familiar en el proceso; porque aún siendo adultos, siguen siendo hijos o hijas, nietos o nietas, hermanos o hermanas menores, sobrinos o sobrinas, esposos o esposas, novios o novias, etc. Y a alguien en casa debería importarles lo que hacen con su tiempo y su dinero; tiempo que restan a la convivencia familiar, y dinero que, muchas veces, es aportado por la familia, o en todo caso, se le resta al bienestar familiar.
Y como ves, el problema de la inasistencia a clases sigue; y además, crece sistemáticamente en cada nuevo periodo académico.
Que alguien me lo explique, por favor. Pues de verdad, luego de tantos años viviendo y padeciendo esto, aún no logro entenderlo.
Mis recomendaciones como educador veterano
Querido estudiante:
Espero en Dios que tú no seas uno de los taaaantos abarcados por el análisis que acabo de efectuar. Pero si lo eres, sigue leyendo, por favor; que ya falta poco, y quizá lo más importante para ti. Y si no lo eres, también; porque tal vez puedas compartir lo que viene a continuación con algún compañero que lo necesite.
Reflexiona sobre las preguntas que aparecen en la siguiente lista (solo serán DIEZ: ese número ME GUSTA), así como los breves comentarios que hago en cada una, y procura respondértelas con sinceridad y detalle:
¿Estás estudiando la carrera que te agrada, te motiva, te impulsa, se conecta con tus posibilidades de crecer en tu entorno, y te promete un alto nivel de realización personal y profesional? Porque si no es así, hay un análisis muy serio que debes hacer, y una decisión muy importante que debes tomar; y como suelo decir, eso es PARA AYER POR LA TARDE, o mejor aún, PARA LA SEMANA PASADA. Cuando uno estudia algo que no le "mueve el piso", tiende a faltar MUCHO a clases, porque lo que ocurre en ellas NO LE INTERESA: te lo digo por experiencia, porque una vez me pasó, allá en la prehistoria de mi bachillerato... con dos asignaturas que detesto, matemática y física (y si no me hubiera puesto las pilas, me habría quemado, no habría podido estudiar Educación, y no te estuviera escribiendo esto hoy). Si es tu caso, no debes seguir perdiendo tiempo y dinero: mejor reoriéntate hacia otra carrera que sí te haga feliz estudiar, y después ejercer.
¿Entiendes la importancia de ESTAR PRESENTE en TODAS las clases y demás actividades docentes y extradocentes que se desarrollen a lo largo de tu carrera, si deseas ser exitoso en ella? Porque si no lo entiendes, necesitas revisarte URGENTEMENTE: tu sentido común atraviesa una severa crisis.
¿Tú irías a un supermercado y dejarías allí tu compra después de haberla pagado? ¿O pagarías por adelantado un resort para el fin de semana, y no lo disfrutarías con tu pareja o familia, sin ninguna razón de peso? Si respondes que sí a cualquiera de estas dos preguntas, necesitas atención especializada URGENTE.
Si tu respuesta anterior fue negativa en los dos casos (la única posible, creo yo), ¿qué razón lógica puede haber para que tú faltes a clases en la Uni después de haberlas pagado? Si encuentras alguna, por favor, avísame de una vez: voy a encargar un monumento para ti.
¿Te ocupas de llevar a casa la compra de ropa y alimentos para tu cuerpo, pero dejas perder -habiéndolo pagado- el alimento y la vestidura de tu cerebro? Sin comentarios: ardo en deseos de saber lo que me dirás sobre esto.
¿Entiendes que al invertir dinero, tiempo y esfuerzo en tu educación universitaria, no le haces "un favor" a nadie más, sino a ti mismo? Si no lo entiendes, por favor, acude URGENTEMENTE al mismo especialista que te atendió en la pregunta # 3.
¿De dónde sale el dinero que pagas para estudiar tu carrera? Esto es muy personal: no me lo digas a mí, respóndetelo en silencio... y piensa mucho en ello.
Si lo produces tú, ¿crees correcto e inteligente botarlo o dejarlo perder faltando a clases? ¡Espero en Dios que me respondas con un rotundo NOOOOO!
Si lo produce alguien de tu familia, ¿crees correcto y responsable botarlo o dejarlo perder faltando a clases? ¡Espero en Dios que me respondas con otro rotundo NOOOOOOOOOO!
¿Crees que podrás ser un profesional competente, competitivo y exitoso, habiendo sido un estudiante ausentista, y por tanto, habiendo perdido tantas oportunidades de aprender como clases donde no estuviste presente? ¡Espero en Dios que me respondas con un tercer y aún más rotundo NOOOOOOOOOOOOOOO... Y OBRES EN CONSECUENCIA!
Ojalá que tú puedas construir las respuestas correctas, inteligentes y serias a estas interrogantes, y otras muchas que me dejo en el tintero pero tal vez afloren en tu mente; no quiero agobiarte con demasiadas preguntas. Pero creo que estas son suficientes para ubicarte en una realidad ineludible: SI QUIERES SER UN BUEN PROFESIONAL, Y RENTABILIZAR LA INVERSIÓN QUE ESTÁS HACIENDO EN TU FUTURO, TIENES QUE ASISTIR A TODAS Y CADA UNA DE LAS CLASES QUE TE TOCAN. Lo contrario, ES BOTAR TU DINERO. Así de sencillo.
Te dejo la invitación a revisar un viejo pero muy vigente modelo de desarrollo personal japonés, llamado IKIGAI; la esencia del mismo es, simplemente, orientarte y servirte de apoyo para construir tu PROPÓSITO DE VIDA, ese SUPER-MOTIVO que te mueve a levantarte cada mañana para salir, como dicen algunos, a "comerte el mundo". Este modelo se compone de cuatro pilares:
Lo que AMAS Y DISFRUTAS HACER: Esa actividad laboral/profesional que visualizas desde hace tiempo (y también ahora mismo) como IMPRESCINDIBLE PARA TI, PARA SER FELIZ DESARROLLÁNDOLA, Y PARA REALIZARTE A PLENITUD COMO SER HUMANO.
En lo que ERES REALMENTE COMPETENTE: Esa actividad laboral/profesional de la que TÚ SABES MUY BIEN LO QUE ES, CÓMO SE HACE BIEN, CÓMO SE LOGRAN BUENOS RESULTADOS, Y CÓMO SE ALCANZA EL ÉXITO HACIENDO ESO. Y además (muy importante) SABES HACERLO.
Lo que TU ENTORNO NECESITA: Esa actividad laboral/profesional a través de la cual tú PUEDES SER MUY ÚTIL, PORQUE AHÍ AFUERA HAY MUCHAS PERSONAS Y ORGANIZACIONES QUE NECESITAN ESO PARA AVANZAR Y DESARROLLARSE.
Por lo que TE PUEDEN PAGAR LO QUE NECESITAS PARA VIVIR UNA VIDA DECENTE Y DE CALIDAD: Esa actividad laboral/profesional a través de la cual, tú puedes ganarte bien la vida como un trabajador profesional competente, porque quienes reciban tus servicios están aptos para pagarte bien por ellos.
Tu PROPÓSITO DE VIDA nace en la intersección entre estos cuatro aspectos. Una vez generado, si lo has hecho bien, él será la razón, el motor, las cuatro ruedas, el timón, el combustible y el lubricante de toda tu actividad laboral y profesional. Y tú, por supuesto, manejarás ese carro con prudencia, convicción, dedicación y amor.
Ojalá utilices el IKIGAI desde hoy mismo: un propósito de vida bien claro te permitirá tomar mejores decisiones de vida y llevarlas a la práctica... lo cual incluirá, seguramente, ASISTIR SIN EXCUSAS A CADA CLASE QUE TE TOQUE Y APROVECHARLA AL MÁXIMO.
Y para mis queridos colegas educadores que me hagan el honor de leer estas líneas, por favor, compartan el artículo con sus estudiantes y discútanlo con ellos. Creo que entre todos somos más fuertes para ganar esta batalla, y es nuestra responsabilidad hacer lo posible para que los ausentistas cambien esa conducta. A nosotros nos pagan para preparar profesionales integrales, pero NO PODEMOS TRABAJAR CON ESTUDIANTES AUSENTES. NO PODEMOS FORMAR COMO PROFESIONALES A PERSONAS QUE NO ESTÁN EN NUESTRAS CLASES. Ayudémosles a pensar de otra manera sobre esa tremenda realidad.
Espero tus comentarios sobre las ideas que acabo de proponerte; puedes hacerlo aquí mismo, debajo del artículo, también en Telegram, en WhatsApp, y en las redes que compartimos (yo solo uso LinkedIn y Twitter, ahora llamada X), y te las recomiendo; podemos conectarnos en ambas a través de estos links, y estar así al tanto de lo que hacemos en línea. Y por supuesto: seas quien seas, recibe un fuerte abrazo, desde mi Caribe que amo.
Tu siempre amigo,
Write a comment ...